Angelic Fruitcake

Porque de ninguna manera el amor debería tratarse de una rutina, ni debería responder solo a las ganas, como tampoco debería sentirse solo en la superficialidad de la existencia. Debería ser la belleza hecha carne y lo sublime reducido a tierra, la luz hecha vestigio y la oscuridad brillando en los símbolos del infinito. Sería todo eso… si simplemente estuvieras conmigo.

Tendrías todo sin pedirme nada y yo, solo te miraría disfrutando de tu compañía, dormiría tranquilo fundido en tus brazos indirectos y soñaría disperso entre la suavidad que me brindase la fortaleza de tu pecho. Mis manos serían otras, mi cuerpo estaría entero, mi alma sería la tuya y mi vida se convertiría en la libreta de tus sueños. Todo yo intercambiaría de argumentos. Ya no sería rutina, ya no sería encierro, ya no sería miedo, ya que todo se convertiría en la necesidad de renacerme constantemente entre tus besos.

Porque aún palpito si mi teléfono suena, aún esgrimo discursos para desviar tus caricias, aún aguardo un regreso que sea cierto y aún siento la lejanía de tus manos regalando vida a los latidos inertes de mi cuerpo. Aún tengo la duda inundando mi esencia por completo, aún me pregunto si estás conforme, si no querés lo mismo que yo quiero, que no soñas y despertas conmigo, si no abrís tus ojos viéndome y si por las noches no te dormís llorando en silencio. Dudo, sí, constantemente dudo sobre eso…

No quiero respuestas por cortesía ni tampoco pido compasión para mis miedos, porque lo que yo quiero es otra cosa. Es algo natural y endeble, es algo sincero y verdadero, es algo simple y completo, es algo pequeño y absolutamente indefenso… Porque lo único, lo único que yo en esta vida quiero, es que me ames… que brilles por mis soles y que te fundas en mis noches, que abras mi ventana en la mañana y que desayunes conmigo, que te vistas de verdades y cubras mis mentiras, que descubras mis sonrisas y las regreses a la vida… que me veas, que me reconozcas, que me elijas y que te quedes conmigo…

Puede que asista al entierro de todos mis planes sin que hayan sido catalogados como futuro, pero lo que no puede ni va a suceder nunca es que me derrumbe por completo.
Nunca voy a arrastrarme delante de mi dignidad y jamás dejaría de lado mis sentimientos más sinceros, nunca me alejaría de la ventana y tampoco nunca dejaría de desear tocar el cielo.